El amor intenta recuperar la latitud perdida,
el rumbo perdió su norte por temporales peregrinos,
se interponen marejadas y tinieblas,
las vanaglorias articuladas transfiguran las utopías,
aflora la discordia de los absurdos,
imperios en el fragor de su guerra,
los agravios son dragones liberados.
Emerge justificándose la innegable condición humana…
Llena de contradicciones,
frustraciones y reveses,
azares y temores,
infortunios y desventuras,
vanidades con sus adherencias,
telarañas con sus pendejadas,
torrentes de resabios…
Se agranda la egolatría.
Las sinrazones golpean impetuosas los pertrechos,
emocionalmente contrariadas las escolleras desfallecen.
Y los navíos se resquebrajan hasta hacer agua.
Se vuelven vacíos los sueños,
escasos los esfuerzos por reconstruir
y las sombras pueblan el olvido.
Se ausenta y se enturbia el diálogo.
La senda que inspiró el futuro
ahora son andamios de espejismo,
se llenan de abrojos nuestras manos,
se acobarda el horizonte vulnerado,
no hay empuje que enfrente el riesgo,
el fuego no crepita en los latidos,
las olas despoblaron nuestros pechos
y tienen aposento los fantasmas de la duda.
Los pájaros emigran a parajes del exilio.
Los caminos empiezan de menos cero y bifurcados.
Sin amparo, arrojamos el deseo por la borda.
El rayo azota y parte el cielo en dos,
es inútil su coraje por despejar oscuridades.
Insuflados los egos invocan el desdén.
Y nosotros, ingenuos desertores de la luz,
no sabremos valorar al contiguo.
Ni ver que la prójima más próxima
es nuestra mengana amada y predilecta.