Lágrimas de mar (XIII)

Este largo verano

que empezó en marzo,

llegó desnudo de sueños,

vacío de primaveras,

de risas y cantos.

También ya pasó sin aplausos.

 

Con las manos cubriéndonos la boca,

los adioses se ahogaron 

en el rugido de casi todos

por tanto lloro en solitario.

Chocaron nuestros ojos

con la niebla mortal

de un millón de seres anónimos 

que respirando, se acabaron por asfixiar.

Porque el aire nos quema la garganta.

 

Este largo verano,

que secuestra primaveras, otoños e inviernos,

nos hará pudrirnos en el destierro

mientras se nos silencia los te quiero.

 

Acabará seca y agrietada esta tierra,

en la que hoy naufraga el invierno, 

aunque yo seguiré escribiendo

cómo trasplantar mis raíces 

para que otro viento del norte,

frío y cauterizador, 

juegue con mis hojas,

para que las manos que ya no están 

puedan arrancar los frutos

en otro marzo o octubre cualquiera.