Su mano amasó el aire
y unos ojos brillantes le acariciaron,
escuchó el oleaje del pecho amado
emborrachándose con ese baile.
En cada estrella la vio reflejarse,
y el recuerdo prolongó el arrullo
sobre aquel sueño ilusionado
que apenas duró un breve murmullo.
Entonces, suplicó gritos desesperado,
queriendo hacerlo siempre suyo
aunque en su lecho ya no hubiera nadie,
y sus labios solo besaran humo.
A cielo raso se ahogó cara a la pared,
cuando ‘adiós’ salió de aquellos labios
pese a que él creyó escuchar ‘ven’.
Fueron huecos todos sus abrazos,
de sangre y fuego la sonrisa de estar bien,
a ella solo la cubrían viejos harapos
cuando se alejó al amanecer.
Una tormenta purgó sus agravios
y no volvió a soñar con esa mujer,
Convertido en lo que no quiso ser,
creyó nunca haber estado a su lado,
entre aquellas sombras de desnudez.
Photo by olgaberrios
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