Cada verso como anzuelo,
cada poema como red,
cada palabra de señuelo
para agarrar este pez.
Cada copla y su tonada,
cada santo con su fe,
cada cuenco de agua clara
para saciarnos la sed.
Cada musa es un dilema,
cada paso con su pie,
cada loco con su tema,
cada fuego con su piel.
Cada sombra con su peso,
cada letra con su hiel,
cada grito con su eco,
cada amargo con su miel.
Cada copla es un panfleto,
un corazón que se alborota,
cuando ya estás en el suelo,
con las alas más que rotas.
Cada boca es un consuelo,
cuando el cielo no te toca,
Y las puertas del infierno
que te ofrecen doble ronda.
Cada verso es una antorcha,
cada marcha es un traspié.
Y un manojito de escarcha
se nos derrite en los pies.
Cada libro a su poeta,
cada “loco” por su riel,
cada potro a su carreta,
cada ciego a lo que ves.
Cada beso es la carnada,
cada sueño es un infiel
deseo obseso que me ata
a tu cuerpo y a tu ser.
Cada copla es tu mirada,
cada canto es lo que es,
cada todo con su nada,
toda apuesta por tu piel.
( II )
Cada cielo con su luna,
cada nota con su Re,
cada niño con su cuna,
cada ruta con su Ye.
Cada huella y su baldosa,
cada hambre con su pan,
cada espina con su rosa,
cada necio con su afán.
Cada musa a su poeta,
cada suerte con su azar,
cada vate con su neta,
cada quien con cada cual.
Cada sangre con su tinta,
cada arena con su cal,
cada lanza con su herida,
cada savia con su sal.